Leonidas Irarrázaval

Chile y Noruega

Noruega es un país desconocido por la mayoría de los chilenos. Así era para mí también hasta cuando fui nombrado embajador allí...

Por: Leonidas Irarrázaval | Publicado: Jueves 25 de agosto de 2011 a las 05:00 hrs.
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Leonidas Irarrázaval

Noruega es un país desconocido por la mayoría de los chilenos. Así era para mí también hasta cuando fui nombrado embajador allí, con concurrencia en Islandia. En el poco tiempo que tenía para trasladarme de Quito a Oslo, empecé a estudiar todo lo que pude de esa tierra, y sus habitantes. Desde entonces me encariñé con ese país y ese encantamiento dura hasta hora, casi 30 años después.



Cuando pienso en algo noble, hermoso, bueno y honesto visualizo a los nuevos vikingos en su tierra, fiordos e islotes, generalmente pintados de blanco. Su territorio es como el de Chile pero más pequeño y puesto al revés, colgando del Artico. Por todo esto es que el crimen masivo de Anders Behering Breivik resulta tan atroz e inexplicable como el de las Torres Gemelas de Nueva York o el de Mahatma Gandhi, o el de Jaime Guzmán en Chile. No hay ninguna explicación que sea convincente, ni siquiera la demencia del autor, que esta siendo analizada por psiquiatras.

Fui muchas veces a pasar el día al lago de Utowa durante los cortísimos veranos escandinavos. Mucho menos a los edificios publico donde se encontraban las oficinas del gobierno. Entonces, las relaciones de nuestros gobiernos eran apenas tibias. Sin embargo, siempre corteses y amables porque los noruegos no podrían ser de otra forma. Ahora están muy golpeados como nosotros lo estuvimos con el último terremoto.

Unos de mis amigos de Oslo está siendo atendido por un psiquiatra y aún no se repone. Es el mismo a quien un día encontré muy afligido, casi llorando, porque le habían subidos los impuestos en un altísima proporción. Vivía en un departamento de 40 metros cuadrados, sin auto y sin ningún lujo. Me decía: Todo esto por recibir en Noruega a miles de vagos de todas partes del mundo…” A pesar de su estrechez económica le enviaba US$ 100 mensuales a un huérfano chileno.

Me he preguntado mil veces ¿Por qué sucedió este crimen en Noruega? No existe ninguna explicación salvo a que se llegue a probar una demencia galopante que no parece ser el caso por las recientes declaraciones del asesino. En el se comprueban una fobia racial y un extremismo político que no encontré jamás en Oslo. El asesino que cometió el crimen en pleno verano ha confesado que lo había preparado, en solitario, durante los últimos dos inviernos que allí duran cerca de siete meses. Quizás allí esté un principio de explicación. Con frío de hasta -25 grados y una oscuridad casi total tanto de noche como de día, todo parece posible para un hombre ermitaño parecido en sus costumbres solitarias a la gran mayoría de sus conciudadanos.

Para mí, la oscuridad fue más fuerte que el frío en mis casi tres años en Oslo. En las sombras, todo puede surgir, hasta lo más abominable. Eso puede haber sido el vivero de este acto atroz. Todo esto en uno de los países más prósperos y sanos del mundo.

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